La Argentina necesita una nueva Constitución Nacional para que el pueblo se gobierne a sí mismo

La Argentina necesita una nueva Constitución Nacional para que el pueblo se gobierne a sí mismo y no a través de “representantes” que en muchos casos distorsionan los mandatos recibidos y sus promesas de campaña no son aplicadas; solo son “eslogan”. Una CN que defina para siempre que la salud, la educación y la previsión social son responsabilidad estatal básica y el papel rector del Estado es irrenunciable e insustituible; que el subsuelo del territorio nacional es de todos y no de cada gobernador y que esa propiedad es exclusiva, excluyente e indelegable del Estado Argentino. Además y entre otras definiciones fundamentales la nueva CN deberá declarar que esta nación honrará solamente la deuda externa pública legítima, o sea aquella que apruebe el Congreso por dos tercios, y no asumirá responsabilidad alguna ante endeudamientos dispuestos por funcionarios descontrolados.

Asimismo, deberá establecer para siempre que el negocio de la información no puede ser monopólico y cada servicio debe ser brindado por prestadores en competencia y sin exclusividad. Como en los Estados Unidos, donde bajo controles y límites precisos sólo se permiten expansiones en forma horizontal, lo que significa que los medios televisivos no pueden ser propietarios de diarios, revistas, radios o cables, ni los de éstos, propietarios de otros medios.

Una nueva Constitución, por espíritu nacional y conciencia popular, debería desautorizar absolutamente y para siempre toda política de destrucción del tejido industrial y productivo de la nación, que es la verdadera y única garantía de paz social. Y enmarcar una política agraria equitativa y protectora del pequeño productor, que impida o grave fuertemente al latifundio, garantice el arraigo y ponga en manos del Estado el manejo del comercio exterior tanto agrario como industrial.

Todo esto no es pura utopía, y estamos a tiempo de instalar esta conciencia en la ciudadanía. Por eso son inútiles las batallas ideologistas que llevan a perder tiempo y para entretener a progres con necesidades básicas ultrasatisfechas. Es decir que el “derrame” no es para los necesitados; siempre es para arriba.

Ahora lo urgente es recuperar los mejores sentimientos nacionales que nos fueron inculcados por generaciones, y que están vigentes. Esos que los dictadores traicionaron cuando Malvinas, y sin embargo siguen vivos. Esos que las jóvenes generaciones todavía pueden comprender, antes de que los desgobiernos privaticen incluso la educación y por ejemplo el año que viene, centenario de la reforma de 1918, empiecen a arancelar las universidades. Esos sentimientos de Patria que nos formaron como nación. Que sea la última oportunidad de la Argentina, porque le están lavando velozmente la cabeza no sólo a los grandes, sino a los chicos. Los mantienen paveando ante dispositivos electrónicos mientras a los grandes los anestesian con Legrand, Tinelli y la telebasura, y también con ficciones envasadas cuyos guiones negativos.

Así es como se convierte a la ciudadanía en mercado, en meros consumidores. Y así degradan y neutralizan la potencia creadora de la juventud. Evitar el  abuso de la confianza de tantos ciudadanos a los que primero engañaron, y ahora los violan en todos sus derechos e ilusiones.La RC es el único camino. Pero no a la manera que la CN vigente dispone, que es un sistema que se prefeccionó durante un siglo y medio para que reformarla sea un laberinto imposible y nunca pueda cambiarse en profundidad, pues está al servicio de quienes destruyen el trabajo, la educación y la paz.La CN debe reformarse ahora por voluntad popular, por plebiscito y para cambiar todo lo necesario en profundidad, en aras de una democracia participativa que no desdeñe la representatividad pero que no permita y sí castigue las traiciones de los representantes. Y debe habilitar reformas para ser siempre moderna, pero inmodificable en los principios.

Análisis producido sobre la base de un artículo de Mempo Giardinelli.

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